28 feb 2017

Catalinas Sur, un barrio para vivir

Hay en Buenos Aires un barrio de 10 manzanas donde no entran los autos, viven 10.000 personas, y
está a pocos minutos de Retiro, de Constitución, de Plaza de Mayo. Se llama Catalinas Sur, y se ubica frente al Hospital Argerich, entre la calle Necochea y el comienzo de la Autopista a La Plata.

Durante bastantes años trabajé en la antigua sede de la Universidad Austral, a 3 cuadras de este barrio, y nunca lo conocí…Pablo Barbadillo, profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Asunción, me pasó un artículo donde una periodista de Clarín relata su infancia feliz en este barrio (link), y, en cuanto pudimos, fuimos a recorrerlo, una mañana calurosa de carnaval.  Lo construyó en la década de 1960 la Comisión Nacional de la Vivienda. De esa época le vendrá la buena idea de dejar afuera los autos y plantar árboles y disponer amplias veredas de baldosas coloradas.
Un vecino nos cuenta que vive allí desde que se inauguró, y que no cambia ese lugar por ningún otro. De sus palabras deducimos que han sabido crear capital social, porque los que viven en cada edificio se ocupan de cuidar el jardín que lo rodea, y que no haya grafitis, y que esté bien mantenido y sin papeles por el suelo. No hay inseguridad y disfrutan de buen equipamiento: iglesia, un colegio estatal y uno parroquial, un club deportivo y dos plazas, y sobre todo las amplias veredas, para que paseen los viejos y jueguen los chicos.



27 nov 2016

El paisaje urbano de Buenos Aires


El arquitecto José Guillermo Torres Arroyo nació en Mendoza, estudió arquitectura en la Universidad de Buenos Aires, donde luego fue profesor de Diseño y de Historia de la Arquitectura. Comenzamos a continuación la publicación de este libro inédito, que consideramos un maravilloso aporte a nuestro blog. Nuestro agradecimiento más sentido a la generosidad del autor.
EL PAISAJE URBANO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES



José Guillermo Torres Arroyo



A MANERA DE JUSTIFICACIÓN



Este nuevo trabajo, escrito tras varios anteriores específicos sobre el paisaje, es el resultado de una convicción que fue creciendo a medida de que observé que el tradicional paisaje, principalmente obra de la naturaleza, va siendo invadido y reemplazado por otra categoría: el paisaje antrópico en su subcategoría urbana, y en muchos casos, simplemente está contaminado y destruido.

Las ciudades, como la Buenos Aires en que vivimos, y en las que vive un porcentaje creciente de seres humanos en el planeta, son un entorno cada vez más dominante en nuestra vida.

Con una formación inicial como arquitecto y años en esa profesión, llegué, por esas vueltas de la vida, a encontrarme con lo que realmente deseaba y era mi vocación: la tierra, las plantas, el hombre y el paisaje.

Haciendo una interpretación de corte psicoanalítico, he dicho en otra publicación que así encontré el destino que mi apellido me había marcado o preanunciado: reunir las Torres de la arquitectura con el Arroyo de los paisajes.

Y por eso, este escrito nació porque ya no me bastó teorizar solamente sobre el paisaje, sino que la ciudad se me impuso como una entidad paisajística en la cual todos sus habitantes estamos, por así decirlo, forzosamente destinados a vivir.

Y Buenos Aires es, evidentemente, una ciudad con una historia propia y especial como paisaje urbano, nacida con un futuro casi obligado por sus condicionantes iniciales, asunto que desarrollo en la primera parte de esta obra.

Integrar ciudad y paisaje es el desafío de este trabajo, pero además he incorporado en él una atrevida visión, diferente a las usuales, que consiste en reunir la historia habitual con un enfoque físico-matemático, dado por la Teoría de las Estructuras Disipativas, o Teoría del Caos.

El resultado final de esta conjunción queda a consideración de los lectores y abierto a la discusión.

Un punto que deseo destacar es que se ha hecho costumbre en los trabajos de diverso tipo referirse siempre, o casi, a autores y publicaciones anteriores para fundar la propia, informando autor, obra, lugar y fecha de la edición, página, renglón, etc. de la cita.  Esta modalidad, sin la cual parece que un autor no es capaz de pensar por sí mismo y tener opinión fundada y criterio propio, hace recordar al antiguo criterio de autoridad (magister dixit), pero sabemos que ese es el último argumento de valor para juzgar un trabajo.

En el que a continuación se desarrolla, expreso mis juicios basados en lo leído y estudiado, en la experiencia de lo visto y realizado y en mi criterio personal, fruto de años de profesionalidad, fundando en ello mis aseveraciones.  Cuando acudo a citas, son a modo de ampliación de un tema o como información y no de autoridad.  Las cito porque a veces coinciden con mi pensamiento, y en otras por lo contrario.

En las Notas y Referencias he desarrollado más ampliamente algunos temas no incluidos en el texto principal, con el objeto de no hacer a éste demasiado extenso, porque colocar estos comentarios intercalados en el texto, haría que se pierda la ilación del discurso.

Y ahora, vamos al asunto.
José Guillermo Torres Arroyo



 

 

PRIMERA PARTE – PAISAJE Y CIUDAD



1. CONCEPTOS BÁSICOS




            Este trabajo trata del paisaje urbano de la ciudad de Buenos Aires: sus orígenes, sus características, cómo las mismas han ido evolucionando a lo largo de más de 430 años, y por último y principalmente, qué leyes, si las hay, han regido esta evolución, aplicando para ello la teoría fisicomatemática del caos.

Cada paisaje es el resultado integral de procesos físicos, ecológicos, naturales y culturales; deviene en el tiempo y también es un patrimonio, un recurso y  un indicador de cada identidad cultural.  Y hay continuamente una unidad entre ciudad y paisaje urbano.

El paisaje urbano en particular (1), es una categoría de paisaje antropizado que resulta de una combinación de elementos naturales y artificiales, en la que el componente natural (2) son los espacios verdes –parques, plazas, arbolado de alineamiento urbano y a veces también los jardines particulares–, mientras que la arquitectura y los diferentes elementos de equipamiento urbano, vial y de servicios son el componente artificial, obra del hombre.  En un escrito anterior (3) he dicho que “la arquitectura es el hard del entorno, aquello que es inmutable o casi”, mientras que “en contraposición a la arquitectura, el paisaje es... el soft del entorno”, lo que cambia, aquello que deviene constantemente, y que ambos elementos forman el entorno del ser humano y denotan su cultura.

Hoy, a estas definiciones, que ya son clásicas pero resultan incompletas, se agrega el elemento humano, porque es el hombre, el perceptor, quien convierte al neutro territorio existente en un paisaje.  Por eso, el paisajista argentino Roberto Mulieri (4) asevera que “no hay paisaje si no hay un observador que lo perciba”.

El cambio, la evolución histórica de los diversos paisajes urbanos, tiene como actor fundamental al hombre.

La historia de las ciudades, y por lo tanto de sus paisajes, demuestra que no siempre ha existido dentro de ellas el “material verde”, las plantas, como un componente importante.  Muchas ciudades antiguas, y las medievales, por ejemplo, debido a su reducida superficie y a su ceñido perímetro por razones defensivas, no tenían casi árboles dentro de sus recintos; salvo algunos pequeños huertos domésticos, los cultivos estaban fuera, cerca de las murallas, y poco más allá se encontraba el paisaje natural de la región, poco alterado o no intervenido aún por el hombre. (5)

El modelo urbano apareció durante la revolución neolítica. Una vez que las poblaciones, antes trashumantes, formaron los primeros asentamientos urbanos y se descubrió la agricultura, el excedente de producción permitió desarrollar profesiones no directamente relacionadas con la obtención de alimentos, como la artesanía, el comercio o la administración y los servicios.

Sin pretender hacer en este trabajo una historia de las ciudades y del urbanismo, se mencionan las primeras civilizaciones urbanas que surgieron hacia el 3000 aC. en diversos lugares de África y Asia: en los valles del Tigris y el Éufrates (Ur, Uruk), en el valle del Nilo (Menfis, Gizeh, Tebas, Abydos), en la llanura del valle del río Hoang-ho (Huixia, Anyang, Gaocheng) y en el valle del Indo (Harappa, Mohenjo-Daro).  En general, fueron todas ciudades todavía muy vinculadas a la agricultura, practicada en los territorios cercanos, con poblaciones reducidas (en torno a los 20.000 habitantes) y planta irregular, salvo las ciudades de la antigua India, como Mohenjo-Daro.







Figura 1 - Mohenjo-Daro, ciudad en el valle del Indo, c. 3000 aC, con planta regular
Figura 2 – Planta hipodámica (en damero) de la ciudad de Mileto, en la Grecia helenística



Posteriormente, el primer gran urbanista del que se tiene noticia, Hipodamos de Mileto (c. 510 aC.-?), un arquitecto griego, durante el periodo helenístico estableció normas revolucionarias para la construcción de las ciudades, como es su ordenamiento a partir de una red ortogonal, formando una cuadrícula casi perfecta.

Pero la primera gran urbe de la historia surgió lejos del Peloponeso y llegó a extender sus dominios por casi todo el mundo conocido: el imperio de Roma.  La gran cantidad de tributos que llegaban desde oriente y occidente, así como una fuerza de trabajo esclava muy numerosa, permitieron un espectacular desarrollo urbano en una ciudad que se estima alcanzó hasta el millón de habitantes, una magnitud enorme para la época.

Una característica que todavía hoy puede advertirse en las ciudades de acuñación romana es su disposición en cuadrícula ortogonal: dos grandes vías la cruzan de parte a parte, el cardo de norte a sur, y el decumano de este a oeste.  Este modelo se basaba en los castrum, campamentos militares, y como se verá, fue aplicado mucho más tarde a muchas de las ciudades fundadas en América.

 

Figura 3 - Plano de una ciudad romana ideal, en damero, basada en los campamentos militares

Figura 4 - Plano de la “bastide” de Montpazier, Francia, siglo XIII



Tras la caída del imperio romano hacia el siglo V las ciudades experimentaron un gran retroceso en Occidente.  Las continuas guerras y la gran inestabilidad configuraron ciudades muy pequeñas, de apenas unos 15.000 habitantes, de marcado carácter agrícola y casi sin edificios públicos.  Se abandonaron los trazados regulares y se optó por plantas más o menos circulares, mucho más fáciles de defender, en cuyo centro se encontraban la plaza principal y los escasos órganos de gobierno.  Un caso particular son las ciudades amuralladas del sudoeste de Francia, con planta regular, llamadas “bastides” (“construcciones recientes”), como la de Montpazier, que surgieron en el sur de Francia en el siglo XIII como desarrollos urbanos concentrados y defensivos, basados en la cuadrícula y amurallados.




              

    Figura 5 – Planta medieval de la antigua ciudad de Zaragoza



La ciudad moderna, en cambio, es el resultado de las poderosas fuerzas centrípetas que desembocaron en la formación de los grandes Estados europeos y las monarquías absolutistas de los siglos XVI y XVII.  Las principales calles de la ciudad se

13 oct 2016

A continuación dejamos una entrevista al urbanista Jan Gehl: “En el siglo XXI, urge encontrar algo más inteligente que el auto: una combinación de piernas, bicicletas y transporte público".


http://www.lanacion.com.ar/1945912-jan-gehl-en-el-siglo-xxi-urge-encontrar-algo-mas-inteligente-que-el-auto-una-combinacion-de-piernas-bicicletas-y-transporte-publico


Este 30 de Septiembre pasado tuvimos la suerte de reunirnos a tomar un café con el Arq. Humberto Viccina Linares (Encargado del Departamento de Arquitectura y Territorio, en la Facultad de Ingeniería de Piura) en el cual debatimos interesantes conceptos y propuestas. 
Gracias Humberto por la buena onda y seguimos en contacto.


22 ago 2016

Complejo Victoria Station

Un conjunto de tres partes en un único edificio, integrado con el espacio urbano existente.




7 jul 2016

Compartir el presente y futuro de la arquitectura

Hola amigos, hoy 7 de julio de 2016, pusimos en el mundo digital y global un nuevo blog.
Universidad de Economía de Viena
Arrancamos con otros dos arquitectos: Alberto y Santiago Poisson, y espero que se sumen todos aquellos que quieran compartir inquietudes sobre el presente y futuro de la arquitectura. Por lo tanto, nos preocupan las viviendas y la falta de viviendas dignas, las construcciones sostenibles, las ciudades humanas y humanizadoras, el diseño de los lugares en los que habitar, trabajar, descansar y vivir. Y aquí estamos, a ver si crece esta semilla recién plantada.

Objetivo

Queremos plantearnos que es lo que el país necesita en materia de Arquitectura.
Y lo que vemos es que las urgencias en la Argentina están en dos focos, muy poco atendidos por las Facultades de Arquitectura existentes:

       1. las villas y asentamientos precarios: con requerimientos de urbanización, inclusión social e integración.
     
       2. la gestión de las ciudades, que es uno de los problemas mas complejos de nuestra época.

Sobre estos temas, queremos compartir ideas y debates, con apertura mental, de modo interdisciplinario. 
Por eso son bienvenidas las colaboraciones de profesionales de todos los ámbitos del saber.

Desde ya muchas gracias,

CEUDS.